Voy a comenzar a contaros la historia de mi vida, en un principio por orden cronológico, después, todo puede pasar... Los recuerdos de mi niñez, están basados en los cariñosos relatos de mi madre y mis hermanos mayores, pero el resto, son vivencias personales que han permanecido aferradas a mi memoria durante 84 años.
Maldita guerra...
1938. Un camión militar de campaña, me da una vuelta a la manzana, en la cabina, con el soldadico de chofer; era italiano y se llamaba José.
Voy con Carmenchu y Elena a todos sitios - a la cola del pan – al racionamiento en Casa Molinos- a la compra – en verano el pozal par traer el hielo de casa Félix las castañas asadas en hornillo de carbón vegetal- el tranvía- las filas de prisioneros que los llevaban a la cárcel. Aquellas filas de hombres esposados, atados con cuerdas y con arapos y los atos colgando del hombro, con las botas rotas,..o albarcas, los más: descalzos. Luego me enteraría que todos serían fusilados al amanecer en las tapias del cementerio; muchos de ellos serían sus delitos: disputas por tierras o riegos con los caciques del pueblo, ensañamientos por la guardia c. o con el cura, distinta visión política, etc...Me acuerdo perfectamente, y no se me han ido de la mente. ¡Maldita guerra ¡ ¿ como es posible que todavía me acuerde, con nitidez, de aquellas hileras de inocentes?
En estos dos años, se vive en casa la rutina familiar. La abuela Pía y las tías, por un tiempo largo, están con nosotros. Del tabaco picado de cuarterón, debidamente limpio de estaquillas y polvo, con una maquinita manual, se montaban cigarrillos para los soldados del frente rebelde; montones de cajas
se llevaron los soldados que venían a recogerlas. Había que limpiar las lentejas cucadas,….- el pan negro….. el tabaco intervenido…..los colilleros ……el estraperlo…el paragüero, con ropas rotas, quemado el rostro y las manos por todos los soles, alto y seco como un palo, y algo encorvado, la mirada triste, y con unos bigotes largos y quemados por el tabaco, meneando lánguidamente la estufa humeante donde llevaba los soldadores siempre calientes, y colgaba del hombro con una vieja y apañada correa de cuero, una especie de arcón de madera, semejante a la caja de un limpiabotas, aunque más grande, donde llevaba alguna herramienta, y maderas para el fuego. Colgado también de la correa, pendía un sillete pequeño , con una de las patas arreglada y encima de la caja , un pequeño yunque. Ahora parece que lo estoy viendo. Cuando le tocaba venir por la calle, yo, me sentaba al lado y me contaba cosas….. ya no me acuerdo…..
Muchos soldados por la calle. Ambulancias de la Cruz Roja . Gasógeno en los taxis….
Trenes que pasaban con vagones “borregueros”, cargados de soldados y material de guerra…
1939-1940
Antonio termina Magisterio y Maruja: enfermera..
En casa se vive un ambiente familiar agradable, pese a las penurias. Me llevan al colegio de las Carmelitas, con la Hermana Carmen, en el colegio que había en el paseo de Sagasta. Mi padre nos inculcaba disciplina y respeto: Cenar a las 9 de la noche, con silencio incluido hasta el postre.
La luz de casa, se apagaba a las diez, limpieza de los zapatos de todos, inclusive. En la cena , yo me sentaba a la izquierda de mi padre y mi madre enfrente, y antes del final de la cena siempre me dormía en la mesa, entonces, mi padre, me cogía en brazos, y me llevaba a la cama ó me llevaban las chicas.
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Maldita guerra,,,ya veo..ya.
ResponderEliminarQue bien redactas todos los detalles...es alucinante julian...un saludo.